Un diente se compone de dos partes: la corona, que es la parte del diente que es visible en la boca y la raíz que se extiende en el hueso manteniendo el diente en posición. Tanto la corona como la raíz, se componen de esmalte, dentina -un material blando soportado por el esmalte-, cemento-un material duro que recubre la superficie de la raíz-, y la pulpa dental que es el tejido blando que está en el centro del diente.

Nuestros dientes están hechos para durar toda la vida. A veces, sin embargo, se produce inflamación por caries, golpes o tratamientos restauradores. Si se identifica de manera temprana, es posible detener el avance de la enfermedad y limitar el daño. En ocasiones, esta inflamación es irreversible y puede dañar la pulpa, pudiendo manifestarse como gran sensibilidad a los cambios térmicos o un dolor espontáneo del diente. Si esta inflamación irreversible de la pulpa no es diagnosticada y atendida a tiempo, el tejido pulpar eventualmente se necrosa o muere. En este momento, los síntomas más frecuentes son molestia en el diente cuando se somete a presión (al masticar, por ejemplo) y en casos agudos, podría haber un cuadro infeccioso muy doloroso. De continuar su desarrollo puede eventualmente comprometer todo el hueso y provocar la pérdida del diente.

En muchos casos el paciente busca tratamiento debido al dolor, pero muchas alteraciones únicamente se descubren tras el exámen clínico. Los trastornos más comunes que se pueden descubrir durante una evaluación endodóntica son: inflamación pulpar, necrosis pulpar (pérdida de vitalidad pulpar) e inflamación alrededor del extremo de la raíz. Durante su evaluación, el paciente nos indicará si experimenta sensibilidad en algún punto. Se buscarán zonas de hinchazón dura y blanda, para así determinar qué diente está causando la molestia.

La endodoncia implica abrir el diente, la eliminación de la pulpa dañada, la limpieza, la conformación, el llenado y sellado del diente. El tratamiento de endodoncia no debe ser doloroso ya que se colocará un anestésico local antes de iniciar el procedimiento. Un diente puede sobrevivir por hasta 10 años después de un tratamiento de endodoncia. La mayoría de los pacientes presentan dolor ligero o ningún dolor posterior al tratamiento

Es importante cuidar y darle seguimiento a los dientes cuando se recupera de un tratamiento de endodoncia. También debe evitar morder alimentos duros hasta que todo el tratamiento esté completo, mantener una buena higiene oral, evitar el exceso de alimentos azucarados y dejar de fumar si lo hace.

Luego de completar su tratamiento de endodoncia, se le indicará qué tipo de restauración (resina, corona, postes, etc.) es la adecuada para su diente, ayudándolo a conservarlo por más tiempo. Consulte a nuestros especialistas en relación a la evaluación endondóntica.